SOMOS UN MILAGRO
Mientras transcurrían los días para tan afortunada ocasión pensaba cuanto talento conmigo, cuantos milagros de vida en esa noche, cuantos compañeros demostrándonos a nosotros mismos y demostrándole al mundo que somos unos verracos, que nacimos para triunfar. En esa reunión estará representada toda una generación, demostrando que son las fuerzas contra la adversidad.
Este grupo de liceístas, reunidos allí la noche del 1 de Diciembre, vamos a recordar lo que olvidamos con frecuencia: que cada uno de nosotros somos únicos, somos irrepetibles y somos irremplazables. Recordaremos que nacimos para la grandeza, compartiremos momentos inolvidables de nuestra vida a pesar de haber roto esos lazos que empezamos a formar un día de esos fabulosos años 60.
Pero quiero recordar aquí que somos un milagro, somos el mayor milagro sobre la faz de la tierra, que tenemos inteligencia y que tenemos voluntad, que tenemos el ejercicio de la libertad.
Decía Viktor Frankl: “El hombre tiene la libertad de elegir y ver con que actitud se va a morir, con que actitud termina el último aliento de su vida”.
Déjenme recordarles algunos de los cambios que hubo en los últimos 50 años del siglo pasado: Hace pocos días me llegó un E-mail y este E-mail me decía como van a vivir o viven los jóvenes que nacieron en 1980; se dice que tenían 9 años de edad cuando se cayó el muro de Berlín, tenían 11 años de edad cuando desapareció la Unión Soviética, nunca jugaron con el Atari, tenían un año de edad cuando surgió el walkman al mercado, nunca tocaron los discos aquellos negros de Vinil; ¿se acuerdan?. Si a alguien le pregunta su nieto que es esa reliquia, dígale que eran los CD de nuestros tiempos. Los jóvenes de hoy no pueden creernos que la TV era en blanco y negro, tampoco nos pueden creer que no había control remoto de TV; en una generación donde el que tiene el control tiene el poder, aunque sea el de la Televisión. Los jóvenes que nacieron en 1980 no saben el placer de prender la TV de tubos, de meterse uno a bañar y cuando uno salía apenas estaba terminando de aparecer la pantalla, ya no lo saben. Los jóvenes de hoy saben que las palomas de maíz se hacen en hornos microondas, la llegada del hombre a la luna les parece tan remota como la llegada de Cristóbal Colon a América. Esos son los jóvenes y este es el punto central que tenemos que afrontar, no interesa que no nos crean, no interesa que no hayan disfrutado esos placeres, no interesa que vean las cosas tan remotas, pero si interesa que sigan siendo lo que son, un milagro y para ello se requiere que hereden nuestro crecimiento y sigan siendo el milagro que somos nosotros.
Quiero además, recordar la historia del bambú, yo no sé cuantos de ustedes sepan como se siembra el bambú, pero esta va ser mi propuesta: Invitarlos a recordar que hemos crecido hacia adentro para luego crecer hacia afuera. Porque para que haya una acción hacia afuera, algo extraordinario debe suceder dentro de mí, dentro de mi corazón, de mi pensamiento, de mi capacidad para vivir la vida, como la aventura, vamos a accionar la única que tenemos. La vida es un privilegio, la vida debería ser la fiesta cotidiana porque hemos vencido a la nada, porque hemos vencido a la muerte; ¿Sabes para que sirve la vida? La vida sirve para hacer milagros, el milagro de creernos, el milagro de educarnos y mi propuesta es recordar que hemos crecido, como el bambú. Hay varias clases de bambú, pero hay una en especial: se prepara la tierra, se abona, se siembra una semilla y llega un primer año y no ha pasado nada y el proceso se repite y llega un segundo año y tampoco ha pasado nada y llega el tercero, el cuarto, el quinto y el sexto, pero el séptimo año por ahí en el séptimo mes, el bambú crece 47 metros y crece fuerte y crece firme y es flexible; porque todos esos años que parecía que nada había pasado, el bambú había estado creciendo hacia adentro; por eso quiero que volteemos a mirarnos, a que se pregunten quien soy yo, que quiero llegar a ser y que tengo para conseguirlo. Posiblemente muchos de nosotros no nos habíamos dado cuenta de que nos estaba sucediendo lo del bambú; por eso quiero que recordemos que tenemos que seguir desarrollando la inteligencia, no podemos dejar de desarrollar y capacitar la inteligencia en este siglo, que es el siglo del conocimiento; yo los invito a que sigan aprendiendo, sigan leyendo libros; sigan adquiriendo conocimientos, vale la pena ser un hombre y una mujer educada, porque un hombre y una mujer educada es la gente que sabe querer, que sabe que quiere y también para qué lo quiere. Solamente el desarrollo de la inteligencia nos hace verdaderamente libres. No hay derecho para no seguirnos educando porque vale la pena educarnos, porque yo valgo la pena, porque yo me lo merezco
Atrás, pregunté- para que sirve la vida-. Pues yo digo que la vida sirve para hacer milagros, entonces yo tengo algo aquí que quiero compartir con ustedes: Les quiero decir que en nuestras manos está la posibilidad del triunfo o del fracaso; ese es el ejercicio de la libertad. Es como aquel alumno que se enfrenta a su maestro sabio y quiere demostrarle que se equivoca, voy a atrapar un ave entre mis manos y cuando le pregunte que tengo, él seguramente contestará que es un ave porque todo lo sabe y enseguida, le voy a preguntar si esta viva o está muerta; si me dice que está viva la aplastaré con mis manos y la mataré y si me dice que está muerta abriré mis manos y la dejaré volar. El alumno atrapa un ave y va al encuentro del maestro y le dice: ¿Que tengo entre mis manos? - tienes un ave-. ¿Está viva o está muerta?- Y el maestro siendo sabio le responde: Hijo mío en tus manos está la decisión de la vida o de la muerte. Y hoy aquí en nuestras manos está la decisión de la vida o de la muerte, del éxito o del fracaso y terminaría diciendo lo siguiente: Somos hacedores de milagros, de vida y oportunidades y el texto dice lo siguiente: Que no existen los milagros, que suceden sólo a veces. Y qué me dices entonces de tú vida y de la mía, haber vencido a la nada y saber que tengo la lista de los milagros del día y como explicas la noche cuando se ve la luna y las caricias del día con el sol o con la lluvia y todos esos te quiero que recibimos y gratis y las caricias y besos que me dan un anticipo del paraíso en la tierra, y mis padres y mis hermanos, cada uno de mis hijos, mis amigos los de ayer y los de siempre que son regalo de alegría y que han regalado pedazos de lo mejor de su vida para construir la mía.
No sólo somos un milagro, somos hacedores de ellos, cuando volteamos a vernos, cuando aprendemos a amarnos, con toda tu inteligencia y tu pasión por la vida se un constructor de milagros. No hay espacio para el desaliento, mientras sobre la faz de la tierra, la luz que llevas contigo viva todavía en el corazón de un hombre o de una mujer que decida. Sé hacedor de milagros, eso somos, hacedores de milagros y ¿Cuándo vamos a empezar?, y ¿Qué vamos a hacer? Triunfadores, ganadores porque nacimos para eso, porque no somos un milagro, somos el mejor de todos ellos y nuestros hijos deben seguir siendo el mejor milagro. Ese es el gran legado que deben recibir nuestros hijos y nietos.
Un cordial abrazo, Virgilio Arango
Noviembre 26 de 2006
